Te acercas al complejo de las termas, esperando encontrarte con esa masa monolítica, majestuosa, esculpida en la ladera. En su lugar, encuentras un aburrido hotel balneario de los años 70. La sorpresa llega después, accedes desde el hotel sin poder ver la ampliación que este genio suizo, de padre carpintero, ha proyectado para el balneario.
En ese momento cambia radicalmente la percepción. Te sumerges en las entrañas de la tierra, conformadas por hormigón y lajas de basalto verde oscuro. La luz se hace sólida a través del vapor, y el agua transforma los colores de los espacios. De vez en cuando, aparece el paisaje verde de las montañas, recortado por un gigantesco ventanal.
